https://en.wikipedia.org/wiki/Coal_forest
Con el amanecer del Periodo Devoniano, la evolución de las plantas terrestres marcó el inicio de una transformación a largo plazo en los sistemas de la Tierra: un aumento sostenido en los niveles de oxígeno planetario. Grandes helechos arborescentes, alcanzando alturas de hasta 20 metros, compartían el escenario con los aún más altos licopodios arborescentes, de 30 a 40 metros, en los bosques de carbón del Carbonífero. Estos bosques florecían en pantanos ecuatoriales que se extendían desde Appalachia hasta Polonia, y luego se encontraban en las laderas de los Urales.
En este tiempo de cambio, los niveles de oxígeno llegaron a representar hasta un 35% del aire. Paralelamente, el dióxido de carbono global cayó por debajo de las 300 partes por millón, y posiblemente llegó a tan solo 180 ppm durante el Kasimoviano. Este período se asocia hoy con épocas glaciales, destacando cómo los cambios en el ambiente pueden impactar los patrones climáticos.
Junto a esto, la reducción del efecto invernadero se unió a la sepultura de carbono orgánico en forma de carbón o carbón vegetal. La lignina y la celulosa, presentes en troncos de árboles y otros residuos vegetales, se acumulaban y quedaban enterrados en las extensas capas de carbón del Carbonífero. Este proceso ilustra la interacción entre los sistemas biológicos y geológicos de nuestro planeta.
La disminución de los niveles de $CO₂
$ en la atmósfera fue suficiente para iniciar un cambio en los climas polares, lo que llevó a veranos más fríos que no podían derretir las acumulaciones de nieve del invierno anterior. El crecimiento de los campos de nieve hasta 6 metros de profundidad generaría suficiente presión para convertir los niveles inferiores en hielo, demostrando cómo los cambios pequeños pueden tener efectos a gran escala.
Durante la última glaciación del Paleozoico, el aumento en los niveles de oxígeno tuvo un impacto significativo en la evolución de las plantas y los animales. Un mayor nivel de oxígeno permitió procesos metabólicos más activos, lo que condujo al crecimiento de grandes artrópodos terrestres y al desarrollo del vuelo. Por ejemplo, la Meganeura, un tipo de libélula prehistórica, tenía una envergadura de 60 a 75 centímetros. La Arthropleura, una criatura parecida a un milpiés, medía 1.8 metros de largo. Algunos escorpiones incluso alcanzaron longitudes de 50 a 70 centímetros.